Un hombre ya mayor que vive solo con su esposa, en la ciudad de West Valley, llama a su hijo en Nueva York y le dice:
“Odio decirte esto, justo en la víspera del Thanksgiving Day, pero tengo que informarte que tu madre y yo nos vamos a divorciar, cuatro años de miseria a su lado es suficiente.”
-Querrás decir cuarenta, Pop,- le contesta el hijo, y agrega:
-Pero… ¿de qué hablas? Explícame con calma, por favor.-
“No puedo soportar más tiempo al lado de tu madre”, dice el viejo. “Estamos hartos el uno del otro, y yo estoy hasta el copete de hablar de esto, así que, llama a tu hermana en Chicago y cuéntale”.
Acto seguido el octogenario cuelga el teléfono y se queda ahí sentado viendo el reloj.
El hijo frenético, le llama a su hermana, quién tan pronto escucha la noticia explota y dice:
–Como diablos se van a divorciar. Yo me encargaré de esto.–
“Ella llama a Utah de inmediato, y le grita a su viejo padre:
–Ustedes no se van a divorciar. No hagan una sola cosa hasta que yo llegue. Voy a llamar a mi hermano, y vamos a estar allá con ustedes mañana. Hasta entonces, no hagan nada. ¿Me has escuchado?– y cuelga.
El hombre de la tercera edad cuelga el teléfono y, esta vez, se va tranquilamente al patio trasero a buscar a su esposa. Una vez al lado de ella le dice:
“Quédate tranquila mujer, por que mañana sí nos acompañarán tus hijos a celebrar el día de Acción de Gracias, y se pagarán su propio pasaje.”